Exceso de peso y desgaste en las articulaciones

Por Dr. Mateo Gamarra, Médico Deportólogo.
Es innegable el vínculo negativo entre sobrepeso y obesidad y sus repercusiones sobre la salud, ha sido ampliamente estudiado y abunda evidencia científica.
La relación de la osteoartritis o desgaste de las articulaciones de miembros inferiores con los kilos y la discapacidad física es un motivo más para resaltar la importancia del control del peso, sobre todo si se considera el estado de salud como el equilibrio biopsicosocial así como la cantidad y calidad de vida.
¿Qué es la osteoartritis?
Es el resultado de un complejo proceso multifactorial que provoca una alteración del balance entre los mecanismos de destrucción y reparación de los tejidos de una articulación, lo cual genera un desgaste progresivo. Varios factores de riesgo están en el origen de esta patología: genéticos, sexo, edad, raza, peso corporal, control motor, lesiones previas, actividad física general y deportiva en particular. Es una patología muy frecuente, que afecta directamente la calidad de vida. El síntoma repetido es el dolor progresivo, tipo “mecánico”, es decir, relacionado al movimiento o a la carga física, que afecta cada vez más la función articular. Es altamente frecuente en mayores de 65 años, supera incluso el 50% de esta población, y es una de las mayores causas de discapacidad en el mundo. La obesidad (Índice de Masa Corporal > 30) es el principal factor de riesgo modificable para el desarrollo de osteoartritis en miembros inferiores. La articulación más afectada es la rodilla.
¿Qué es el exceso de peso?
Si bien tiene limitaciones, para definirlo el instrumento más utilizado y simple es el Índice de Masa Corporal (IMC), se obtiene dividiendo el peso de la persona en kilos entre el cuadrado de su talla en metros [IMC = peso (kg) / talla2 (m)]. Si el valor es mayor a 25 la persona presenta exceso de peso, si es > o igual a 30 obesidad.
En personas musculosas y no muy altas, el índice puede indicar sobrepeso porque no considera la composición corporal. Si se acompaña, además, con la medida del perímetro de cintura es mucho más fiel. El exceso de peso adiposo es un problema de salud creciente a nivel mundial. En nuestro país, según datos de la Segunda Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (MSP 2013), la población de 15 a 24 años presenta un 38,5% de sobrepeso/obesidad, y esta cifra aumenta a 64,9% entre los 25 y los 64 años. A medida que envejecemos y el problema se incrementa, se combina con la disminución de los niveles de actividad física y pérdida de masa muscular (sarcopenia), lo cual constituye un combo perfecto para el desarrollo de patología articular degenerativa (osteoartritis).
Maldito círculo vicioso
Signos inflamatorios, dolor, reposo, disminución de tono muscular, disfunción propioceptiva (estabilidad), mayor inestabilidad articular, alteración del control motor… aumento de peso, y más dolor. Este maldito círculo vicioso es tremendamente frecuente en el mundo actual, y difícil de tratar. La industria invierte mucho dinero buscando soluciones que no dependan directamente del afectado: inyecciones de ácido hialurónico, células madre, plasma rico en plaquetas, prótesis, ortesis, entre muchos otros. Lamentablemente está demostrado que no existen alternativas mágicas. Ninguna de esas opciones debería sustituir el acondicionamiento físico a partir del control de peso, desarrollo de la fuerza muscular y equilibrio; esta es la clave para prevenir la patología articular y sus determinantes y debe formar parte de cualquier tratamiento.
¿Cómo empezar un cambio?
La ayuda profesional, sin duda, es recomendable en pacientes con exceso de peso. En la primera etapa, es fundamental el asesoramiento de nutricionista y, tal vez, psicólogo.
A medida que se logran cumplir metas iniciales, la actividad física asumirá cada vez más importancia. La consulta con médico fisiatra o deportólogo debería ser obligatoria, no solo para detectar si existen condicionantes hacia la práctica de ejercicio físico y necesidad de estudios o interconsultas con otros especialistas, sino también para educar, controlar la adaptación, y definir cambios en la propuesta de actividad física en la progresión.
Las actividades con estímulos de alto impacto e inestabilidad, como los saltos, o las aceleraciones con cambio de dirección, son las más agresivas para las lesiones articulares, especialmente sumadas al sobrepeso, la sarcopenia, y el déficit de equilibrio que se genera ante el exceso de tiempo sentado (comportamiento sedentario) y la inactividad física. Romper progresivamente con esas limitantes no es fácil, y la ayuda de fisioterapeuta y/o profesor de educación física aumenta muchísimo la posibilidad de éxito.
¿Cuál es el ejercicio adecuado?
El ejercicio físico en el agua y la bicicleta son opciones muy recomendadas en estos pacientes, de gran utilidad para aprovechar los beneficios del movimiento, minimizando los riesgos. Pero ninguno de los dos estimula el control motor necesario para actividades de la vida diaria como caminar, correr el ómnibus, o subir y bajar escaleras. En la evolución deben acompañarse con ejercicios de fortalecimiento muscular, equilibrio, y la práctica paulatina de acciones específicas.
En el otro extremo aparecen deportes como el running o el fútbol, especialmente en personas mayo- res de 40 años, sin la preparación física necesaria. Como dijimos, existe fuerte evidencia científica de los beneficios del ejercicio físico en la prevención y tratamiento de la osteoartritis, pero cuando se bus- can objetivos competitivos la situación es otra. No se trata de dejar de hacer la actividad física que a uno más le gusta, sino de valorar los costos y beneficios en cada caso particular, y tener la preparación y condición física adecuada para el objetivo trazado.
Sin entrar en realidades profesionales, el placer por el deporte puede poner en riesgo el futuro funcional a nivel deportivo y cotidiano. Si se piensa en salud, lo ideal es ajustar la actividad física a la realidad de cada uno con el objetivo final de tener la mejor condición física posible hoy y mañana.
Lograr el estímulo correcto para cada paciente con osteoartritis no es para nada fácil, dependerá de las características individuales y su contexto. General- mente recorre varios momentos: control de la inflamación y entrenamiento de estructuras sanas, ejercicios isómetricos, electroestimulación, movilidad articular, trabajos propioceptivos, fortalecimiento muscular dinámico, actividades aeróbicas de bajo impacto, entrenamiento de funciones específicas y progresivamente reintegro a acciones más complejas y de mayor impacto si el contexto lo permite. No hay dudas que no se puede subestimar el trabajo del equipo de rehabilitación en muchos de estos casos, pues marcará la diferencia hacia el futuro de la función.